Para Umberto Eco, "stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus": sin nombre la rosa no existe. El valor de las ciencias sociales radica en que podemos dar nombre a los ángeles y demonios que dominan la realidad política, social, económica e histórica. Como científicos sociales, desde la práctica o la investigación, definimos qué ocurre en nuestras sociedades y damos herramientas de gran valor a aquellos que pueden transformar las realidades. Es decir, de nosotros depende moldear esta realidad en problemáticas; de los tomadores de decisiones depende transformarlos en planes y programas.Pienso que el no tener claro este rol importantísimo del lenguaje es lo que ha llevado a lo que en alguna discusión dentro de este Coloquio se denominó "malestar con la democracia". Y eso lo apuntó muy bien Ernesto Ottone (foto) de la CEPAL en su ponencia: no hay que confundir democracia con desarrollo, o mercado libre con neoliberalismo.
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