jueves, 15 de septiembre de 2005

¡Viva México!


Uno de los mitos fundacionales que han dado forma al México que vivimos y padecemos todos los días, es el de la Guerra de Independencia.

Como todos aprendimos en los libros de historia de la SEP, el cura y padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla, se levantó en armas en contra de “los españoles” para defender “la patria”, y muy envalentonado, la madrugada de un 15 de septiembre, pero de 1810, reunió a su congregación, y blandiendo un estandarte de la Virgen de Guadalupe, los instó a acompañarlo a él y a su camarilla a luchar por “la Independencia”.

La verdad es bastante poco lustrosa y brillante (aunque en realidad sólo la sabría de haber estado ahí): Hidalgo y sus amigos eran criollos, molestos por las Reformas Borbónicas que les habían arrebatado sus privilegios y habían transformado a la otrora grandiosa Nueva España en una colonia, explotable a la usanza de las colonias inglesas en Estados Unidos (las cuales, por otra parte, ya para entonces habían logrado su Independencia del Reino Unido, en la única revolución en la historia de la humanidad que logró su cometido: romper con el pasado).

Y lo que es peor: Hidalgo no se levantó en armas gritando “Viva México”, ¿verdad? México no existió sino hasta el 28 de septiembre de 1821 cuando se firmó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. Hidalgo alentaba a las masas gritando: “Muera el mal gobierno, ¡Viva Fernando VII!”, haciendo referencia al ultraje de la invasión napoleónica en la península ibérica que había derrocado a los Borbones del poder.

Pese a las ironías de la historia, es un cuento de hadas que más nos gusta creer. Nos encanta ver, aunque sea en la tele, al presidente de turno asomarse al balcón del Palacio Nacional, tocar la campana y hondear la bandera, y gritar ¡Viva México! y otra serie de vivas a los íconos del imaginario cultural que dan cierta certeza de que todos somos mexicanos.

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