jueves, 30 de marzo de 2006

Abran paso...

... que aquí viene uno de los hombres más ricos del planeta (el tercero, con 30 mil millones de dólares, según Forbes).

Se trata de Carlos Slim, quien recientemente emprendió una verdadera 'otra campaña' y ahora está sumando esfuerzos en el Acuerdo de Chapultepec, cuyo propósito es "convocar a todos los sectores de la sociedad, a los servidores públicos y a los políticos, en torno a puntos de consenso que permitan establecer políticas de Estado para delinear el futuro inmediato y mediato de México" (la negrita es obviamente mía).


Como lo señala Carlos Acosta en su artículo de Proceso, Slim "ha reiterado que su propuesta 'va más allá de una elección', que está por encima de los intereses de los partidos y que es una propuesta para el país, en la que todos están de acuerdo, aun los que no lo han firmado, como López Obrador".

Si junto con la propuesta, el padrísimo impulsor de Grupo Carso suelta una cantidad casi obscena de dinero y crea la Fundación Carso "para apoyar proyectos de educación, salud, empleo, ingeniería e investigación científica en México"... me parece que Don Carlione Slim puede hacer lo que le venga en gana...

1 comentario:

  1. Yo trabajé varios años para una empresa del grupo carso. En el "curso de introducción" se decía que había llegado a rescatar una empresa que iba rumbo a la quiebra, pero lo cierto es que cuando platiqué con los padres de un amigo sobre el salario y las condiciones de trabajo, la respuesta fue que esa empresa no era ni la sombra de lo que era (y una descripción de lo que si era para sazonar el comentario).

    Independientemente del salario, puedo decirte que la gente que trabajaba ahi se sentía oprimida, insatisfecha... no es que sea de otra forma en otras empresas, es que puede ser diferente (y esta persona tiene el poder, mas no la voluntad para que asi sea).

    ¿Es loable "apretar" las condiciones de los trabajadores para amasar fortuna, y luego crear una "fundación para la caridad" o cualquier simil?

    Yo veo aqui un doble discurso. Por supuesto, es mi opinión.

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