miércoles, 7 de junio de 2006

La imagen en el debate

La mayoría de los blogeros seguramente se encargará de cuestionar, analizar y criticar el contenido del debate que sostuvieron los presidenciales el día de ayer... así que, a reserva de que pase por ahí más adelante, me dedicaré a hablar de la imagen que los candidatos proyectaron en la pantalla.



Las damas primero

Patricia Mercado de plano no sabe sacarse partido. El corte del saco era el adecuado, y la blusa le favorecía, pero definitivamente la combinación de colores no era la mejor. La gargantilla y aretes opacaban su tono de piel, y junto con las otras prendas la hacían lucir amarilla. Su maquillaje tampoco fue el mejor: le pude ver la mirada sólo a medias un par de veces, amén de que a la mitad ya estaba dando el charolazo (¡¡hay mil trucos para evitarlo en un set de TV!!). Sus movimientos en general eran tiezos y se notaba nerviosa y tartamudeaba demasiado. A veces dudaba en especificar que 'hay cinco candidatos' y hablaba de 'quien resulte electo' como implicando que ella estaba de plano fuera de la jugada. Tache para Alianza Socialdemócrata.

Los Robertos de azul

Madrazo y Campa eligieron la clásica combinación de traje azul marino con corbata azul. El grave error fue que esas corbatas azules en particular no les favorecían nada (les hubieran funcionado intercambiarlas): a Madrazo lo hacía ver muy moreno y a Campa demasiado pálido.
El candidato del PRI-PVEM se veía cansado, harto y fastidiado, y por evitar los ataques quedó al margen del debate: no hizo gala de ingenio y perspicacia, como lo hiciera hace años en el debate de las internas del PRI contra Labastida. Su postura comunicaba hastío y hasta resignación. Si el mensaje era la experiencia, la concordia, la seriedad, debió elegir una combinación distinta (traje gris y corbata vino, por ejemplo).
De Campa, ni hablar: se dió por derrotado desde el principio, se nota que no tiene mucho callo en eso de hablar frente a las cámaras, usaba palabras muy rebuscadas (¡No estaba ante la tribuna del Congreso, c'mon!) y no supo centrar el debate hacia lo que, finalmente, buscaba: el famosísimo 1 de 3.

MALO... ooops, AMLO

El candidato de la Alianza por el Bien de Todos, por dos segundos, me sorprendió: creo que estuvo tres días hablando frente a un espejo con la boca llena de canicas ("The rain in Spain stays mainly in the plain!"), porque de entrada su dicción era muy buena y hasta se entendía todo lo que decía. Pero conforme avanzó el debate, perdió la compostura: se notaba nervioso, a punto de estallar en furia por las provocaciones de Calderón, y en el momento que habló del FOBAPROA con fervor y coraje, de plano perdió el debate. También optó por el traje oscuro, pero llevó una corbata amarilla que no le queda ni al ingeniero Cárdenas. (Es muy mal color en los hombres, sobre todo morenos, porque les hace perder 'brillo' y les oscurece la piel). También su postura comunicaba nerviosismo: se recargaba sobre el podio, ladeaba el cuerpo, no tenía buen contacto con la cámara, bajaba la vista, en fin, comunicaba que no quería estar ahí.

El mejor y menos peor

Sin duda ya sabemos que muchos de los panistas son muy bien vestidos y elegantes (Carlos Medina Placencia por delante). Felipe (¿o su mujer?) sabe vertir: el traje le favorecía mucho, la corbata daba un contraste agradable y favorecedor a su color de piel, el detalle del pin que tenía en la solapa del saco fue un buen acierto porque daba un balance excelente. La actitud fue, ante todo, de ganador: reiteró que él será presidente, que quiere que México gane. Respondió con astucia a los ataques -aunque un poco más de humor no hubiera caído mal-, y atacó con poco recato -y yo hubiera preferido más elegancia en eso-. Su kinestesia fue excelente, usaba bien sus manos para dar el énfasis a su discurso y dejó muy claro quién era el enemigo a vencer.

En conclusión

Habrá a quien le parezca ocioso fijarse en estos pequeños detalles, pero éstos pueden ser la diferencia entre ganar y perder una elección. Si no me creen, valdría la pena ver con detenimiento el debate entre Nixon y Kennedy en 1960, o el de 2000 en México. Curiosamente, en aquél debate los dos punteros también se contrapuntearon (aunque en aquél momento Camacho fue la botana), y también a quien iba delante en las encuestas le fue muy mal, y tuvo la mala fortuna de no cerrar el debate. El resto es historia...

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